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España en el atlas Oxford de la Segunda Guerra Mundial

R. Story

1 En julio de 1936, solo unos meses después de que Italia invadiese Etiopía y que Alemania volviese a ocupar Renania, un grupo de oficiales del Ejército español apoyados por la Iglesia católica y por los grandes terratenientes, llamaron a un alzamiento militar cuyo objetivo era evitar que el comunismo tomara el poder y acabar con la movilización de obreros y campesinos. Fue así como empezó la tercera de las llamadas crisis europeas de la preguerra (mundial), una guerra civil que durará tres años, dejará un millón de muertos o heridos y ofrecerá el primer indicio de que la siguiente guerra será diferente a la anterior en lo ideológico y tecnológico.

España: zonas nacional (rosado) y republicana (azul) en octubre de 1937 (Fuente: Wikimedia Commons)

España: zonas nacional (rosado) y republicana (azul) en octubre de 1937 (Fuente: Wikimedia Commons)

La convocatoria nacional de las derechas al alzamiento armado solo logró un éxito parcial. Las guarniciones del suroeste del país se sumaron y lo mismo hicieron las del noroeste. Pero, en el norte, la región vasca en torno a la ciudad industrial de Bilbao; Barcelona y sus zonas de influencia en Cataluña, junto a la frontera francesa, y un triángulo bien poblado que se extendía desde Madrid a Valencia, sobre la costa mediterránea, y hasta Granada, en el sur, permanecieron leales al gobierno electo existente. A finales de julio, el general Francisco Franco, líder nacional situado en el Marruecos español, solicitó ayuda a Hitler y este se la dio en forma de aviones de transporte para trasladar a la metrópoli las tropas coloniales españolas y reforzar a las guarniciones sublevadas. Franco, naciente líder indiscutido de los nacionalistas, combina sus fuerzas con las de la Falange, el movimiento fascista español. Alemania lo refuerza con la Legión Cóndor de la Wehrmacht, con tanques y con aviones de combate. La Italia fascista, bajo el mismo espíritu, envía equipos y una fuerza de 70000 soldados.

El bando leal a la República les hizo frente con la ayuda extranjera que pudo conseguir. Ya que Francia, Reino Unido y Estados Unidos se declararon neutrales y negaron su apoyo a la República, la ayuda llegó principalmente por dos vías: en forma de tanques, aviones y asesores militares de la Unión Soviética, y mediante las Brigadas Internacionales compuestas por 35000 voluntarios progresistas, marxistas y judíos procedentes de toda Europa y Norteamérica dispuestos a combatir contra las fuerzas de agresión fascista. Pero los republicanos llevaban las de perder. Catalanes y vascos resistían a las autoridades centrales; obreros y campesinos tenían las lealtades divididas entre constitucionalistas, socialistas, comunistas y anarquistas (rareza española, esta última), cada uno sirviendo a objetivos distintos y sin ninguna confianza hacia las otras facciones. Los rusos apenas hablaban español y los brigadistas internacionales estaban mal equipados y entrenados.

Ya para octubre de 1937 los nacionalistas de Franco habían subyugado a los vascos, conquistado el oeste y la mayor parte del sur, y avanzado hasta las inmediaciones de Madrid y Cataluña. Ahí los republicanos lograron resistir, pero carecían de los efectivos, suministros o líderes necesarios para pasar al contraataque. Los brigadistas regresaron a sus países a finales de 1938; cuatro meses más tarde el ejército nacionalista entró en Madrid e inauguró una dictadura que duraría hasta la muerte de Franco en 1975.

El triunfo de Franco significó la extensión de la ideología derechista al Mediterráneo occidental, poniendo más presión sobre Francia, que pasaría de colindar con dos gobiernos hostiles a hacerlo con tres. Igualmente fundamental fue que el conflicto mostró la acritud de las pasiones ideológicas de los años 1930, capaces de trascender fronteras y lealtades, y las nuevas formas de hacer la guerra, incluido el movimiento rápido de blindados y el bombardeo intensivo de objetivos civiles, como cuando los alemanes aniquilaron el pueblo de Guernica, horror representado por el pintor español Picasso en la obra de arte más conocida de la Segunda Guerra Mundial.

Embarcado en su cruzada contra el progresismo y el marxismo, Franco se unió al Pacto Antikomintern junto a Alemania, Italia y Japón; vendió mineral de hierro a Alemania en condiciones ventajosas y contribuyó con una división de su ejército a la invasión de la URSS en 1941. Pero España, terriblemente pobre y con severas pérdidas sufridas a raíz de su guerra civil, no estaba en condiciones de hacer más. Por tanto, Franco se mantuvo neutral en la Segunda Guerra Mundial, con lo cual las tropas alemanas no pudieron cruzar España para atacar en Gibraltar a los británicos.2


  1. Capítulo traducido por A. Condori de STORY, R. (2006). «Spain (1930s)». Concise historical atlas of World War Two: the geography of conflict. New York, Oxford University Press. OCLC 56942233 (↑)
  2. Ilustraciones: imagen 1 (↑)