Zaire intenta ser fiel a sus tradiciones
E. Gargan, New York Times
NYT1 Hace quince años,2 el presidente Mobutu Sese Seko decidió impulsar al Zaire3 hacia un destino netamente africano, rompiendo claramente con el pasado colonial. Trató de imponer una forma de pensar —más bien, una forma de vivir— llamada por la élite francófona authenticite4 y en virtud de la cual pretendió desarrollar el país apostando a la cultura indígena.
El presidente decretó que los ciudadanos solo podrían llevar nombres africanos. En vez de monsieur, madame, o mademoiselle,5 debían recibir el tratamiento de citoyen o citoyenne, que en francés quiere decir «ciudadano» y «ciudadana», respectivamente. El traje y la corbata se prohibieron, para ser reemplazados por un traje tipo mao llamado abakos,6 aderezado con pañuelo de seda al cuello y pañuelo de bolsillo. Se cambiaron los nombres geográficos: Leopoldville, bautizado así en honor de los reyes belgas, pasó a ser Kinshasa;7 el río Congo se convirtió en el río Zaire. Los ciudadanos asumieron un deber comunitario llamado solongo, por el cual debían ocuparse de la limpieza de las vías y acudir a los parques los sábados por la tarde. Se prohibieron los partidos políticos de la oposición, mientras que el Sr. Mobutu ejercía el poder supremo vestido supuestamente al estilo tradicional, tocado con un gorrito de piel de leopardo y aferrado a un bastón de madera tallada.
Según un diplomático occidental, su intención «era, en pocas palabras, eliminar el recuerdo traumático del periodo colonial». La autenticidad —añade— no es una filosofía sino quizá cierta forma de obrar en política.
Al menos desde lo ideológico, la africanización del Zaire ha tenido más recorrido que en muchos países que han querido recuperar un legado real o imaginado. En algunos, la cosa no ha ido mucho más allá de rebautizar un puñado de ciudades, como en el Chad, donde Fort Lamy pasó a llamarse Ndjamena.8 En Tanzania, sin embargo, el expresidente Julius Nyerere deshizo el mundo rural al crear comunidades socialistas llamadas pueblos ujamaa.
El Sr. Mobutu nacionalizó compañías extranjeras, afirmando que los zaireños podrían dirigirlas mejor que los belgas y otros europeos. Pero la mala administración, aunada a la caída de los precios de las materias primas y a errores graves del gobierno, puso la economía a los pies de los caballos. Ya en 1983 la agricultura y la industria habían quedado moribundas. El Sr. Mobutu buscó la ayuda del Fondo Monetario Internacional, cosa que al final era un reconocimiento implícito de que la autenticidad no revigorizaba la vasta y diversa sociedad zaireña.
Hoy existe un clamor generalizado entre los jóvenes intelectuales. En marzo, estudiantes del Instituto Makanda Kabobi, donde se forman los futuros cuadros del partido único, envió al presidente una ácida crítica que lo acusaba de fomentar el culto a la personalidad, de abusar del poder y de no consultar al pueblo las decisiones económicas. Instaba a la creación de un segundo partido político.
Mientras tanto, la autenticidad es un reclamo que en gran parte ha desaparecido del discurso económico. «Al principio», según un estudiante de la Universidad de Kinsasa, «el presidente pedía de los zaireños que “aun cuando tratemos con extranjeros hemos de hacer lo posible por no olvidar de dónde venimos ni la tradición”. Se adoptó la autenticidad en un momento en el que la economía iba muy bien y por eso la gente la aceptó. Ahora la situación económica es terrible. Si esa política hubiera de adoptarse hoy, no creo que fuese algo efectivo. La autenticidad no puede resolver el problema económico».
Un empresario occidental que lleva mucho tiempo viviendo en el país era de la misma idea. «Ahora lo que se piensa es que no está tan mal contratar a occidentales que asesoren al gobierno», sostuvo. Lejos de demostrar orgullo nacionalista, mucha gente de las empresas y el gobierno parece tener poca confianza en el país. «Los zaireños que ganan dinero», añadió, «lo ponen en cuentas bancarias belgas y suizas, y lo invierten en el mercado inmobiliario estadounidense».
Desde la Cité, urbe en expansión donde vive la mayoría de los tres millones de personas que pueblan Kinsasa, a los barrios ribereños; los varones han cambiado el abakos por la camisa deportiva. Cada vez más, las mujeres se presentan en los bailes en pantalones. Incluso en la librería central del partido, el material más actualizado sobre la autenticidad se remonta a 1979. «Hay», afirma el estudiante universitario, «cosas más importantes por las que preocuparse».
- GARGAN, E.A. Zaire tries to be true to its traditions The New York Times, 1986-05-18. (↑)
- El autor se refiere a 1971 [Nota de traducción] (↑)
- Actualmente el país se llama República Democrática del Congo. [Nota de traducción] (↑)
- Autenticidad, en español. [Nota de traducción] (↑)
- «Señor», «señora» y «señorita», respectivamente, en francés. [Nota de traducción] (↑)
- Abacost, según otras fuentes. [Nota de traducción] (↑)
- Kinsasa, en español. [Nota de traducción] (↑)
- Yamena, en español. [Nota de traducción] (↑)